
Introducción
La preeclampsia, un trastorno hipertensivo específico del embarazo, se caracteriza tradicionalmente por el desarrollo de hipertensión arterial (presión arterial ≥ 140/90 mmHg) después de la semana 20 del embarazo, junto con proteinuria (excreción de proteína en la orina ≥ 300 mg en 24 horas o ≥ 1+ en la tira reactiva). Sin embargo, esta definición clásica resulta restrictiva y no abarca la complejidad de la enfermedad. Un número significativo de mujeres con preeclampsia presenta una clínica atípica, con hallazgos que se desvían de esta definición, llevando a diagnósticos tardíos y potenciales complicaciones para la madre y el feto. Este artículo explora el diagnóstico de la preeclampsia más allá de la presión arterial y la proteinuria, considerando otros biomarcadores y criterios clínicos importantes.
Más allá de la presión arterial y la proteinuria: Biomarcadores y hallazgos clínicos
El diagnóstico de preeclampsia se está volviendo más sofisticado gracias al avance en la comprensión de la fisiopatología de la enfermedad. Se están investigando y utilizando cada vez más biomarcadores para mejorar la detección temprana y el manejo de la preeclampsia. Algunos de estos incluyen:
- sFlt-1 y PIGF: Estas son dos proteínas solubles que se encuentran elevadas en la sangre de mujeres con preeclampsia. La relación sFlt-1/PIGF es particularmente útil para la predicción y el diagnóstico. Niveles elevados de sFlt-1 y una baja relación sFlt-1/PIGF indican disfunción endotelial característica de la preeclampsia.
- Plaquetas: La trombocitopenia (recuento bajo de plaquetas) es una complicación frecuente de la preeclampsia y puede ser un signo de alerta temprana, incluso antes de la aparición de hipertensión o proteinuria significativa.
- Función hepática: Las enzimas hepáticas elevadas (como las transaminasas) pueden indicar daño hepático asociado a la preeclampsia, incluso en ausencia de hipertensión significativa.
- Función renal: Además de la proteinuria, la evaluación de la función renal mediante la creatinina sérica y el aclaramiento de creatinina puede ayudar a identificar disfunción renal subyacente.
- Doppler de arterias uterinas: La evaluación del flujo sanguíneo uterino mediante Doppler puede mostrar resistencia vascular aumentada, lo que indica alteraciones placentarias asociadas a la preeclampsia.
Además de los biomarcadores, ciertos hallazgos clínicos deben considerarse como indicadores de preeclampsia, incluso sin proteinuria significativa o hipertensión severa:
- Cefalea intensa y persistente: Un dolor de cabeza severo y repentino puede ser un signo de preeclampsia grave.
- Alteraciones visuales: Visión borrosa, escotomas (pérdida de la visión en parte del campo visual) o visión doble pueden indicar afectación del sistema nervioso central.
- Dolor epigástrico o dolor en el cuadrante superior derecho: Esto puede indicar daño hepático.
- Edema pulmonar: Indica una forma grave de preeclampsia.
Conclusión
El diagnóstico de la preeclampsia no se limita a la detección de hipertensión y proteinuria. La consideración de biomarcadores, como sFlt-1 y PIGF, junto con una evaluación exhaustiva de otros hallazgos clínicos, es crucial para la detección temprana y el manejo adecuado de esta enfermedad potencialmente peligrosa. Una aproximación holística, que incluya una vigilancia estrecha de la paciente y la aplicación de pruebas complementarias, es fundamental para mejorar los resultados materno-fetales.